Un día me hice viejo y me puse a escribir. No, espera, fue al revés: me puse a escribir y entonces me hice viejo. En realidad no sé qué pasó antes y qué pasó después, no sé cuál es la causa y cuál la consecuencia pero exactamente así es como sucedieron las cosas. Me llamo José F. Peláez y todo empezó como un juego. El juego se hizo grande, tomó vida propia y se me escapó de las manos, hasta el punto que ya no sabía si yo era José y Magnífico M...
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