Tras la publicación de Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922), Vallejo padeció algo cercano a la sequía poética porque estaba a la espera del nuevo lenguaje invocado en Trilce; donde todo lo humano resulta digno, tanto el cuerpo (incluso, sobre todo, en sus excrecencias) como el alma. Asumida la visión marxista, Vallejo enfrenta la necesidad de un lenguaje adecuado para expresar el sufrimiento humano, cuestión que lo angustia desde el "yo ...
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