Ana Sánchez-Ortega todavía recuerda el día en que aprendió a leer y escribir. En su casa de Bogotá leyó sola por primera vez La pequeña vendedora de fósforos, de Hans Christian Andersen, y las letras le cambiaron el mundo. Desde entonces ha usado la pluma en periódicos escolares, obras de teatro, cuadernillos, diarios, manuales, guías y contratos. Es una devoradora de libros que siempre soñó con escribir para contar de otra forma todo aquello ...
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