Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia.
Laurel Thatcher Ulrich, historiadora especialista
en Historia Temprana de Estados Unidos
e Historia de las Mujeres, premiada
con el premio Pulitzer y profesora emérita
de la Universidad de Harvard
Tanto si es descrita como la pubertad al revés, la hermana mayor malvada de la pubertad o el síndrome premenstrual (SPM) con esteroides, la transición a la menopausia representa una etapa extremadamente complicada para
la mayoría de las mujeres. Los cambios hormonales acusados, los periodos irregulares
y las variaciones en el humor pueden parecerse mucho a la pubertad, o incluso al SPM.
Sin embargo, en esa etapa los ovarios van bajando la velocidad y se dirigen hacia
su fase de descanso y relajación a tiempo completo, en lugar de intensificar su función
con vistas a la reproducción. Dado que esta transición, llamada perimenopausia, suele durar de cuatro a diez años, no siempre resulta fácil saber en qué punto del
serpenteante viaje hacia la menopausia —que oficialmente se define como un año completo
desde la última regla— se encuentra cada una. No es raro que muchas mujeres descubran,
tiempo después de que su menstruación haya quedado atrás, que los síntomas de la menopausia
—incluidos los sofocos, los sudores nocturnos, la sequedad vaginal o la niebla mental—
continúan durante una etapa sorprendentemente larga. De hecho, resulta imposible predecir
cuánto durarán. Todo esto se suma a las frustraciones de muchas mujeres con esta caótica
fase fisiológica de la vida.
Al mismo tiempo, tratar de encontrar alivio para los síntomas de la menopausia es
como abrirse paso en el salvaje Oeste, un territorio indómito sin ley y sin regulación.
No existe un mapa, y el paisaje está plagado de mitos, desinformación y autoproclamados
gurús (no, no voy a dar nombres; seguramente sabes quiénes son), en muchos casos sin
formación médica, pero que afirman tener todas las respuestas o los mejores remedios.
Las mujeres no saben qué esperar o en quién confiar para obtener información y consejos
fiables, y tampoco tienen una visión realista de lo que funcionará y de lo que no
para aliviar sus molestos síntomas. Demasiadas mujeres sufren debido a la información
incoherente e inexacta que reciben tanto de médicos como de los medios de comunicación.
Sinceramente, es un caos.
En 2010, un breve estudio publicado en la revista Women's Health Issues evaluó las necesidades de las mujeres de mediana edad mediante grupos de sondeo y
entrevistas telefónicas con expertos en salud, y descubrió que las mujeres de entre
cuarenta y sesenta años desearían tener más información sobre qué deben esperar en
relación con la menopausia y el tratamiento de los síntomas. ¡Qué sorpresa! Los investigadores
llegaron a la conclusión de que existe una considerable brecha informativa en lo que
respecta a la «información sobre los síntomas y cómo afrontarlos o reducirlos, cómo
comunicarse con los profesionales sobre su experiencia, [y] qué esperar». Lamentablemente,
más de una década después no hemos avanzado mucho en este frente: un estudio reciente
revela que el 65 % de las mujeres admiten que no se sienten preparadas para los síntomas
de la menopausia.
No me sorprende. Como directora del programa clínico de la Clínica de Menopausia y
Mediana Edad del Brigham & Women's Hospital de Boston, lo oigo todos los días. Cuando
las pacientes vienen a verme, por lo general ya están al límite: no se sienten ellas
mismas, se alarman porque apenas se reconocen. Están molestas porque los síntomas
como los sofocos, los trastornos del sueño o la niebla mental han empezado a dominar
sus días y sus noches. Y casi nunca son conscientes de que síntomas como el vértigo,
el dolor al orinar, el debilitamiento y la pérdida del cabello, el ardor de boca y
encías y las palpitaciones cardíacas pueden estar relacionados con los cambios hormonales
que su cuerpo está experimentando. Se sienten frustradas por no encontrar alivio y
no entienden por qué sus médicos no les hacen caso. Además, se preocupan por el futuro,
temiendo que su estado se convierta en su nueva normalidad.
Estoy aquí para decírtelo: no es así, o al menos no tiene por qué ser así. Con los
conocimientos necesarios y las intervenciones adecuadas podrás recuperar el control
de tu cuerpo y de tu mente. Puedes sentirte bien y funcionar bien en la mediana edad
y más allá. La clave está en identificar tu constelación personal de síntomas, o tu
«tipo de menopausia»: un enfoque único que he desarrollado basándome en los distintos
patrones que he observado en mis años de experiencia clínica. Con estos tipos es posible
identificar y priorizar tus síntomas para obtener alivio y crear un plan de tratamiento
adecuado. Las experiencias de muchas mujeres coincidirán con un tipo; otras pueden
experimentar una combinación de tipos. En cualquier caso, el enfoque tipológico te
permite identificar tu conjunto único de síntomas menopáusicos a fin de desarrollar
un plan de tratamiento con más probabilidades de que te funcione.
Como ocurre con la pubertad, la menopausia es una experiencia universal para las mujeres;
eso esperamos al menos, porque lo contrario es señal de algún problema en el sistema
reproductivo o de una muerte prematura. Dado que millones de mujeres entran en la
menopausia cada año, y así ha sido desde el principio de los tiempos, es un disparate
que continúe pareciendo un territorio desconocido o un shock para las mujeres que la experimentan. Estoy firmemente decidida a cambiar esta situación.
Mi objetivo con este libro consiste en ayudar a las mujeres a abrirse paso entre el
ruido informativo sobre la menopausia y aprender a manejarla identificando su(s) tipo(s)
personal(es) de menopausia para que puedan tratar su constelación de síntomas con
mayor eficacia.
Después de empezar mi carrera como ginecóloga y obstetra atendiendo partos, no tardé
mucho en cambiar a medicina interna. Empecé a tratar a pacientes menopáusicas mientras
disfrutaba de una beca de dos años en la sección de Salud de la Mujer de la clínica
Cleveland. Las pacientes acudían desde todo el país para visitarse con mi mentora,
la doctora Holly Thacker, directora del Centro de Salud Femenina Especializada de
la citada institución. Deseaban consultarle sobre la menopausia porque se sentían
frustradas, confundidas y angustiadas por sus síntomas, y no recibían la atención
o el alivio que necesitaban. Muchas de aquellas mujeres se sentían completamente hundidas;
algunas creían que se estaban volviendo locas. Fue entonces cuando descubrí —¡para
mi enorme sorpresa!— que gran parte de lo que había aprendido sobre la menopausia
en la facultad de Medicina y en la residencia era incorrecto.
En el campo de la medicina tenemos expertos en cardiología, en los riñones, médicos
del sueño... ¿Por qué no existe el especialista en menopausia? Las mujeres suelen
hablar con sus internistas o sus ginecólogos, que deberían conocer bien los cambios
físicos, mentales (cognitivos) y psicológicos que acompañan a esta transición vital.
Sin embargo, lo cierto es que no es así porque las cuestiones relacionadas con la
menopausia no se tratan lo suficiente en las facultades de Medicina ni en los programas
de residencia. De hecho, una investigación realizó no hace mucho una encuesta entre
médicos residentes en programas de medicina interna, medicina familiar y ginecología:
la mayoría reveló que solo había recibido una o dos horas de formación sobre la menopausia,
y el 20 % aseguró que no había recibido ninguna formación sobre la menopausia. La
mayor sorpresa: ¡solo el 7 % de aquellos médicos en formación afirmaron que se sentían
adecuadamente preparados para tratar a mujeres menopáusicas!
Armada con la información de este libro te encontrarás en una posición mejor para
abordar de manera más eficaz tus preocupaciones de salud en torno a la menopausia
y la mediana edad con cualquier médico. Dispondrás de los conocimientos básicos acerca
de lo que ocurre en tu cuerpo y del vocabulario necesario para describirlo, así como
de las opciones para tratar esos síntomas, y todo ello podrás comentárselo a tu médico.
Durante mi beca, cuanto mayor número de mujeres trataba, más me daba cuenta de que
la menopausia se manifiesta con diferentes fenotipos. A partir de mi experiencia clínica,
empecé a ver patrones claros que no encontraba en los libros de texto. La profundidad
y amplitud de las experiencias de las pacientes, de sus antecedentes y sus historias
fueron realmente reveladoras, y me convencí de que el tratamiento de los síntomas
de la menopausia tenía que ser personalizado. No existe una única forma eficaz de
tratar a las mujeres en la menopausia, y es un error pretender que sí la hay.
A día de hoy, en mi puesto como directora del programa clínico de la Clínica de Menopausia
y Mediana Edad del Brigham & Women's Hospital de Boston trabajo estrechamente con
mis pacientes de mediana edad, y analizo a fondo sus síntomas y sus patrones más íntimos
y emocionales, lo cual las ayuda a sentirse vistas y escuchadas. Esto resulta muy
empoderador para ellas, las ayuda a confiar en sí mismas y así, cuando desarrollamos
un plan de tratamiento, resulta más probable que se sientan implicadas y que lo sigan.
Además, podemos ir modificándolo hasta que se sientan realmente bien. Este enfoque
hace maravillas, más que cualquier otra cosa que hayan probado, y les permite tomar
el control de esta complicada experiencia. Me encanta ayudar a las mujeres en esta
difícil etapa. En general, mis pacientes son inteligentes, curiosas e inquisitivas,
y a menudo muestran una intensa conexión entre su mente y su cuerpo (que es lo que
hace, en parte, que les entusiasme tomar el control de este viaje).
La realidad es que no existe un enfoque único para gestionar la menopausia que funcione
para todas las mujeres, y eso es porque cada mujer tiene una experiencia menopáusica
diferente. La investigación demuestra que la frecuencia y la intensidad de los síntomas
de la menopausia dependen en parte de la edad de la mujer, de la presencia de problemas
de salud subyacentes, de su estado menopáusico y de variables sociodemográficas. No
obstante, los síntomas graves más mencionados incluyen estado de ánimo depresivo e
irritabilidad, agotamiento físico y mental, dolores musculares y articulares, sofocos,
cefaleas, problemas sexuales y trastornos del sueño. Cada mujer experimenta diferentes
grupos de síntomas, y resulta imposible predecir quién experimentará qué y durante
cuánto tiempo. En otras palabras, la transición a la menopausia de tu madre, tu hermana
o tu mejor amiga puede ser muy diferente a la tuya, lo que significa que lo mejor
es abordar tu experiencia de un modo que te funcione a ti.
Cuando las mujeres oyen hablar de estos tipos, a menudo tienen una revelación y se
preguntan: «¿Por qué nadie lo sabe?». Mi misión es cambiar esa situación.
Y esa es la razón de Descubre tu tipo de menopausia: Una guía personalizada para gestionar tu menopausia
y mejorar tu salud. Cuando tomes las riendas del asunto con la ayuda de este libro, encontrarás tu propio
camino para sentirse mejor y proteger tu salud a largo plazo. Confía en mí, porque
ayudo a mujeres a hacer esto día tras día, semana tras semana. En mi consulta adopto
un enfoque personalizado para ayudar a las mujeres a transitar y manejar la gama de
síntomas físicos y emocionales que experimentan. No obstante, seamos realistas: no
puedo ayudar a todas las mujeres de manera presencial o en una sesión de telemedicina.
Ojalá pudiese.
Al permitirte adoptar un enfoque personalizado para sentirte mejor y recuperar tu
ritmo, este libro te ayudará a descubrir que unas intervenciones y unos cambios sencillos
en el estilo de vida pueden restablecer tu equilibrio físico y emocional basándote
en tu experiencia única con la culminación de tus años reproductivos. Y dado que te
permitirá tomar medidas por ti misma, te ayudará a sentirte más empoderada y resiliente.
Sentirás un alivio inmediato de algunos de esos sentimientos del tipo «¡Qué #$@&%*
me está pasando!», que acompañan a la menopausia. Espero que esta guía esencial y
completa te proporcione todas las herramientas que necesitarás para superar esta etapa
de tu vida con alegría y salud.
En la primera parte descubrirás qué ocurre realmente en tu cuerpo durante la menopausia.
Conocerás el papel de las hormonas en tu salud general y cómo su descenso no solo
provoca síntomas como los sofocos, sino que además afecta a todo el cuerpo, desde
la salud ósea hasta el sistema cardiovascular. Te revelaré de dónde proceden los mitos
y las ideas erróneas sobre esta etapa de la vida. Te familiarizarás con el concepto
de los tipos de menopausia y realizarás un cuestionario para identificar qué tipo(s)
tienes ahora (alerta de spoiler: puede(n) evolucionar con el tiempo).
En la segunda parte te ayudaré a identificar tu(s) tipo(s) de menopausia y a abordar
aquello que te lleva a sentirte y a funcionar de manera distinta. Posteriormente,
te ayudaré a elegir los tratamientos basados en la evidencia que mejor se adapten
a tus síntomas, tu historial de salud, tus necesidades y preferencias, y tus prioridades.
En algunos casos resultará recomendable la terapia hormonal. Te explicaré sus pros
y sus contras, así como lo que hemos aprendido en la última década sobre el uso eficaz
de las hormonas (ya sea por vía oral, vaginal, transdérmica, tópica o en formulaciones
de acción prolongada o corta, según los tipos de menopausia, los síntomas y los objetivos
a largo plazo). No obstante, si la terapia hormonal no es una opción para ti, puedes
estar tranquila: existen muchos otros enfoques médicos y de estilo de vida que pueden
aliviar tus síntomas y mejorar tu bienestar. Cada tipo de menopausia tiene su propio
plan de tratamiento de base, así como recomendaciones adicionales sobre dieta, estilo
de vida y estrategias psicológicas para ayudarte a sentir que vuelves a estar en plena
forma.
En la tercera parte te mostraré cómo personalizar tu plan de supervivencia para la
menopausia añadiendo soluciones a tus síntomas específicos o restantes. Descubrirás
que hay cosas que puedes hacer sin ayuda de tu médico para mitigar los problemas típicos
(como los sofocos y los sudores nocturnos), otros menos conocidos (como la sensibilidad
mamaria y las erupciones cutáneas) y algunos que podrías no abordar porque te da
cierto reparo (como el dolor durante las relaciones sexuales o la pérdida de libido).
También te ayudaré a formular un plan a largo plazo para cuidar de tu salud física,
emocional y mental (cognitiva) en el futuro, incluso cuando las cosas cambien con
las diferentes etapas de tu vida.
Lo que vamos a hacer es crear una hoja de ruta personalizada a través de esta transición
a menudo tumultuosa y colocarte al mando: además de ayudarte a abrirte camino en terreno
firme, este enfoque te brindará conocimientos sobre desvíos inteligentes y medidas
para resolver problemas si surgen baches u obstáculos inesperados. De un modo u otro,
te prometo que podrás llegar a donde quieres ir: a un nuevo capítulo de tu vida, sano
y lleno de bienestar. En la actualidad, ante la creciente esperanza de vida, las mujeres
pasamos más de un tercio de nuestras vidas en la zona posmenopáusica. ¿Por qué no
sentirnos divinas durante esos años?
Con mi enfoque personalizado, la mayoría de mis pacientes se sienten considerablemente
mejor y recuperan su salud y su capacidad de llevar una vida plena durante la transición
menopáusica. Estoy segura de que puedo ayudarte a conseguir lo mismo porque veo estas
transformaciones cada día en mi clínica. Con este enfoque te sentirás empoderada al
apropiarte de la experiencia y desarrollar la seguridad de que puedes empezar a vivir
tus mejores años a partir de este momento. Toda mujer merece sentirse y funcionar
lo mejor posible durante la menopausia y después, preparando el terreno para gozar
de mejor salud a los sesenta, los setenta, los ochenta años. ¡Empecemos!
PRIMERA PARTE
EL CAOS HORMONAL
Capítulo 1
El salvaje Oeste de
las experiencias en
la atención sanitaria
Cuando las mujeres acuden a verme por primera vez a causa de sus síntomas de la mediana
edad, me dicen cosas como:
—Ya no me reconozco.
—No me siento yo misma.
—Es como si alguien se hubiese apoderado de mi cuerpo.
—Estoy en el punto en que voy a usar pantalones elásticos para el resto de mi vida
porque me siento hinchadísima.
—¿Cuándo terminará esta sequedad vaginal, esta irritabilidad, este/a [rellena el espacio
en blanco]?
—En lo que respecta al sexo, me siento muerta por dentro. ¡Echo de menos mi libido!
A veces me dicen cosas como: «Demasiada información, ¿no?», o «¿Habías oído esto
antes?». Por supuesto, cada mujer debería sentirse especial, porque ciertamente lo
es, pero esos sentimientos y esas experiencias resultan comunes (¡casi universales!)
y, sin embargo, a muchas las pillan por sorpresa. Esto se debe en parte a que la
menopausia puede parecer un terreno indómito e imprevisible cuando se trata de acceder
a información precisa sobre los síntomas de una mujer. En nuestra cultura casi existe
un velo de silencio en torno a lo que cabe esperar durante la transición menopáusica;
además, la experiencia de cada mujer es personal y única, y puede diferir mucho de
la de sus amigas o sus familiares.
Cuando Lucy, de cincuenta años, vino a verme por primera vez, la intensidad de sus
sofocos era tremenda; acompañados además de palpitaciones que parecían ataques de
pánico. Naturalmente, aquellos síntomas le asustaban y le incomodaban mucho. Cuando
conocí a Laura, de cuarenta y siete años, llevaba meses despertándose a las dos de
la mañana, empapada en sudor e incapaz de dormir. De día era todo un desastre porque
padecía una espesa niebla mental que apenas le permitía funcionar, y tenía miedo de
sufrir un accidente de coche. Tras someterse a quimioterapia por un cáncer de mama,
mi paciente Anna, una abogada litigante de cuarenta y tres años, experimentó una sequedad
vaginal tan severa que sentía un ardor continuo en la vulva y los labios vaginales.
Los síntomas de Lucy, Laura y Anna eran diferentes, pero todos guardaban relación
con la menopausia, y todos estaban afectando al día a día de aquellas mujeres de maneras
muy alarmantes. ¡Se sentían completamente abatidas! Y estas tres mujeres no eran ni
de lejos las únicas. ¿Sabías que el 75 % de las mujeres tienen síntomas que alteran
sus vidas o su capacidad para funcionar durante la perimenopausia y la posmenopausia
(y que esos síntomas suelen durar años)? Eso son millones de mujeres. Muchas se sienten
totalmente desconcertadas, angustiadas o enfadadas por esos cambios que alteran su
vida y luchan por encontrar un alivio seguro y eficaz.
Esto es especialmente difícil de manejar porque existe mucho ruido informativo acerca
de esta fase de la vida de las mujeres. Nos vemos bombardeadas constantemente con
mensajes sobre lo que es normal o no durante la transición a la menopausia, y sobre
lo que debemos hacer o no
respecto a los síntomas (además, por ahí corre mucha crítica contra la menopausia,
sobre todo en internet). El problema es que algunos de esos consejos carecen de pruebas
científicas que los respalden o que refuten las afirmaciones que se vierten. Y, francamente,
encontramos un montón de disparates que se difunden a través de diversas redes sociales
y anuncios de productos específicos. Por tanto, es importante (aunque no resulte fácil)
acabar con los mitos, los cuentos de viejas, las medias verdades y las promesas de
charlatanes, y centrarnos en lo que realmente ocurre con tus síntomas y lo que podría
ayudarte.
Para empeorar la situación, el sistema sanitario no ayuda. En la mayoría de los consultorios,
los médicos y las enfermeras no han preparado adecuadamente a las mujeres para la
menopausia ofreciéndoles información básica sobre algunos de los síntomas y los cambios
que pueden experimentar, o cuánto podrían durar. En la actualidad no existe una evaluación
de la perimenopausia en la que un médico realiza una revisión a la mujer y le propone
una estrategia respecto a lo que cabe esperar en el manejo de los síntomas relacionados
con la menopausia, como se hace antes de una cirugía, por ejemplo. Muchas mujeres
todavía son reacias a hablar con sus médicos de atención primaria sobre sus síntomas
de la menopausia, ya sea porque se sienten avergonzadas, porque creen que deben ser
fuertes y aguantar, o porque sus médicos no les hacen mucho caso cuando surge el tema.
Las razones de esa falta de interés son variadas, pero las investigaciones han demostrado
que la formación sobre la menopausia y cómo gestionarla resulta penosamente insuficiente
en las facultades de Medicina y en los programas de residencia. Así, no es de extrañar
que muchas mujeres que sufren graves molestias a causa de la menopausia reciban de
sus médicos respuestas como «No hay nada que hacer», «Tendrás que esperar a que pase;
al final se pasará» o el increíble «En las generaciones anteriores, muchas mujeres
no llegaban a la menopausia, así que no existe mucha investigación sobre ella».
Quiero que sepas que no tiene por qué ser así. Voy a ayudarte a cultivar un sentido
de control sobre el caos físico y mental que posiblemente estés experimentando, y
lo haremos sin caer en tratamientos falsos, sin que te tires de los pelos (o que se
te caiga más), sin gastar una fortuna y sin ir probando de médico en médico. Con este
libro te pondremos al volante de esta experiencia y te guiaremos para que recuperes
tu bienestar. El primer paso en este viaje consiste en identificar tu tipo personal
de menopausia, un enfoque único que he desarrollado basándome en seis patrones distintos
observados a lo largo de mis años de experiencia clínica. Utilizando estos tipos resulta
más sencillo precisar cuáles de tus síntomas son prioritarios para obtener alivio
y desarrollar un plan de tratamiento que empezará a darle la vuelta a la tortilla.
Al tratar y realizar un seguimiento a más de mil mujeres en mi consulta, he identificado
los siguientes tipos de menopausia:
-
El tipo de menopausia prematura, que se produce antes de los cuarenta años, tiende a llegar acompañado de una sorprendente
y casi siempre abrupta oleada de síntomas como sofocos, sudores nocturnos, cambios
de humor, niebla mental, sequedad vaginal y disminución del deseo sexual.
-
El tipo de menopausia repentina, que suele ser consecuencia de una operación o de quimioterapia (pero puede ocurrir
por otras razones, como verás), casi siempre supone una conmoción para el sistema
de la mujer con su llegada y su intensidad.
-
El tipo de menopausia desbocada, que se distingue por síntomas diversos y a menudo muy intensos, que llegan desde
casi todos los frentes, puede ser absolutamente abrumador y, en algunos casos, seriamente
debilitante.
-
El tipo de menopausia que altera la mente implica principalmente cambios de humor y cognitivos: por ejemplo, ansiedad, depresión,
cambios de humor muy acusados, niebla mental, dificultades de concentración y problemas
de memoria.
-
La menopausia que parece no tener fin se caracteriza por uno o dos síntomas (como sofocos ocasionales, sequedad vaginal
persistente o falta de libido, o síntomas menos frecuentes como mareos o alteraciones
olfativas) que duran, y duran... y duran.
-
El tipo de menopausia silenciosa, en el que casi no hay síntomas, pero que exige prestar atención a los nuevos retos
y riesgos para la salud que surgen después de la menopausia: con síntomas menopáusicos
o sin ellos, el cuerpo está cambiando debido a la bajada hormonal.
En los capítulos siguientes aprenderás mucho más sobre cada uno de estos tipos de
menopausia. Las experiencias de muchas mujeres coincidirán con un tipo en particular;
otras mujeres pueden experimentar una combinación de tipos (un híbrido, por así decirlo).
En cualquier caso, mi enfoque tipológico único te permite determinar tu colección
personal de síntomas de la menopausia a fin de desarrollar un plan de tratamiento
que te ayude a sentirte mejor lo antes posible. Según mi experiencia clínica, cuando
las mujeres descubren que tienen un determinado tipo de menopausia o un híbrido se
sienten vistas, escuchadas y comprendidas (¡y no solas!). Además, les da un nombre
a lo que están experimentando y esto, a su vez, aporta un sentido de orden a una experiencia
aparentemente difícil de manejar. En conjunto, supone un gran alivio. Y, lo que tal
vez sea más importante, cuando sabes a qué te enfrentas, puedes desarrollar un plan
que se adapte a tus síntomas personales y que te pueda funcionar a ti. Seamos realistas: la experiencia con la menopausia de tu madre, tu hermana, tu vecina
o tu mejor amiga probablemente será muy diferente a la tuya y, por tanto, lo que les
ayudó a ellas podría no servirte a ti. Esto te concierte solo a ti, y eso es muy positivo, como verás más adelante.
La medicina personalizada (también conocida como medicina de precisión) es la tendencia del futuro, y mi enfoque para ayudar a las mujeres a transitar por
la menopausia funciona dentro de este marco. Pero en este caso no vamos a utilizar
el perfil genético individual ni biomarcadores específicos para guiar las decisiones
respecto al cuidado de cada mujer (aunque puede que algún día sea posible, ¡y sería
increíble!). En este momento trabajamos con el conjunto personal de síntomas y su
severidad, el historial y el estado de salud actual, así como las preferencias y los
objetivos personales para dar forma al plan de tratamiento. El enfoque del tipo de
menopausia es reactivo y proactivo porque aborda los síntomas actuales de la mujer
y también tiene en cuenta sus posibles riesgos de salud en el futuro y las correspondientes
medidas preventivas. Lo mejor de todo es que implica una combinación única de intervenciones
médicas y modificaciones del estilo de vida.
La fisiología de la menopausia
Antes de entrar en detalles sobre los diferentes tipos de menopausia y sus planes
de tratamiento recomendados, permíteme un breve recordatorio sobre lo que ocurre en
tu cuerpo y hace que se desencadenen los cambios que estás experimentando. A medida
que te acercas a la menopausia, tus ovarios (que producen la mayor parte de los estrógenos)
reducen la marcha y se dirigen hacia la jubilación. Cuando te encuentras en la fase
de la vida en la que todavía tienes la regla, tus niveles de estrógenos fluctúan entre
50 y 500 pg/mL cada mes. En la menopausia, que se define como un año completo sin
menstruación desde la última regla, esos niveles son prácticamente de cero, aunque
algunas mujeres tienen algo de estrógeno extra porque el tejido adiposo (grasa) lo
produce. Sí, has leído bien: las células grasas de una mujer producen un poco de estrógeno
(antes creíamos que la grasa corporal era una sustancia inerte, pero ahora sabemos
que no es así). A lo largo de la transición menopáusica, los niveles de progesterona
también disminuyen. De hecho, ahora se cree que la progesterona podría disminuir a
un ritmo más rápido que el estrógeno durante la perimenopausia, lo que podría conducir
a muchos de los cambios de humor y la ansiedad que se producen en esa etapa. Los niveles
de testosterona, que es la hormona del deseo sexual tanto en las mujeres como en los
hombres, también disminuyen. La mayoría de los síntomas de la menopausia —sofocos,
sudores nocturnos, cambios de humor y sequedad vaginal, entre otros— se deben a la
pérdida de estrógenos, mientras que la disminución de la libido puede ser el resultado
de la pérdida de testosterona.
Los receptores de estrógeno están repartidos por todo el cuerpo de la mujer, aunque
la mayor concentración se encuentra en la vagina y en el cerebro, por este orden.
Así, cuando el estrógeno ya no está presente después de la menopausia, esos receptores
de estrógeno continúan buscándolo. Cuando no encuentran a su viejo amigo, los receptores
se vuelven locos: vendría a ser como apagar y encender un termostato una y otra vez.
Creemos que los sofocos se deben a esa alteración, igual que algunos efectos derivados
como los cambios de humor y los cambios cognitivos. En otras palabras, ese efecto
de encendido y apagado es lo que puede hacerte sentir que tu cuerpo y tu mente ya
no son tuyos. Es cierto que, con el tiempo, tu cuerpo se adaptará a esos niveles hormonales
más bajos y los síntomas perderán intensidad, pero este periodo de encendido y apagado
puede durar varios años.
Los investigadores y los expertos en menopausia no saben con certeza por qué los síntomas
son más severos en unas mujeres que en otras. La hipótesis actual es que tiene mucho
que ver con factores genéticos, y también con factores ambientales que podrían «encender»
o «apagar» genes específicos (no solo influencias que proceden de tu madre, sino también
las que vendrían de la familia del padre, o incluso de parientes de segundo o tercer
grado). Durante esta etapa de la vida, algunas mujeres están programadas para tener
receptores más persistentes en la «búsqueda» del estrógeno que falta, y eso provoca
síntomas (como los sofocos) más severos o duraderos. Por el contrario, otras mujeres
presentan una predisposición genética a que sus receptores de estrógeno abandonen
la búsqueda, por lo que experimentan menos síntomas. El hecho de que la genética parezca
desempeñar un papel significativo debería quitarte de encima la sensación esa de «¿Qué
estoy haciendo mal?», porque tus síntomas probablemente no se deban a nada que hagas
o dejes de hacer. De todos modos, eso no significa que no puedas tomar medidas para
aliviarlos, como descubrirás en capítulos posteriores.
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